Resulta complicado encontrar este producto en su estado genuino entre una maraña de otros procesados. Lo que se ofrece como «pasta» o «polvo» de cacao suele mezclarse con leche o incluso con almidón de maíz. El que se etiqueta como «puro» suma unas 375 calorías por cada 100 gramos; con unos 16 gramos de grasas, 16 de hidratos de carbono y 26 de proteínas; mientras que un «chocolate extrafino» habitual puede alcanzar las 538 calorías por cada 100 gramos, y aumentar considerablemente la cantidad de hidratos de carbono y de grasas (unos 58 y 31 gramos, respectivamente) y reducir, por contra, el aporte de proteínas: a unos 6,5 gramos.
¿Cómo distinguir uno de otro? Como siempre, hay que fijarse en el envase; no se debe hacer caso a los letreros persuasivos ni creerse todo lo que exclaman. Veamos ejemplos: está en boga remarcar el porcentaje de cacao que lleva la tableta: un 70%, un 85%… «El chocolate que muestra beneficios para la salud es el negro», resalta Ibero. «Y cuanto más puro o mayor contenido en cacao tenga, mejor: al menos un 70%».
Eso sí, el grado de pureza no exime de que se le agregue azúcar o manteca. «El chocolate está compuesto por varios ingredientes entre los que principalmente se encuentran la pasta y la manteca de cacao. A estos se les pueden añadir otros como azúcar, leche, frutos secos, frutas, etcétera, que crean una variedad infinita de productos», enumera Ibero.
Fuente de noticia: El País